viernes, 11 de septiembre de 2015

...pensar que te odié tanto como a mi misma...

Te odié cuando te fuiste.. como si tú hubieras sido el culpable de que sesgaran tu vida a destiempo,
me sentí tan sola, iracunda, no reaccionaba... sentándome silenciosa con la mirada fija, absorta...
no quería sentir la fragilidad del alma... las horas oscuras y heladas, reaccioné con una risa burlona poco después,
negándome a escuchar las vacías frases que los demás decían...no deseaba que se pronunciaran palabras... y callé, me comí todas y cada una de las frases que hubiera querido decir...


Desde aquél día paré... detuve las lágrimas... no lloré una sola por ti... te enterré en mis recuerdos...
olvidé tu nombre por años, no fue, sino hasta que me venció el dolor una década después, que pude pararme frente a tu tumba... me odié por haberte abandonado... por no haberme despedido...

Fue uno de esos amores fatuos (intenté reemplazarte con tantos...) cuya única misión era darme un abrazo cuando lo necesitara, quien me acompañó a donde sólo quedaban restos físicos de ti...  ahí desecha en llanto me desgarré... entonces si... lloré a raudales, combinando el fervor con rabia... el grito de aceptar que te fuiste no porque tú lo desearas... no me abandonaste, lo comprendí...
si me hubieran dejado abrir la tierra... me hubiera ido contigo... ya no te odiaba, simplemente te necesitaba... los odié... te arrebataron una vida prometedora... robaron la luz de mi alegría... tenía tu foto, ya no... en una de tantas obras la perdí... por las tardes la sacaba de mi cartera para verte...

Hoy tras otro lustro aún te amo, fuiste mi primer amor, duele tanto como cuando recibí esta fúnebre llamada.. aunque hoy tengo a mi lado a un hombre que amo y me ama... sé que al igual que el sol se funde en el mar, al atardecer siempre estarás en mi.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario